Genaro seguía ajetreado en el jardín. Cada vez que se erguía para evitar que le saliese joroba veía como su madre continuaba tejiendo junto al paragüero que él mismo había fabricado. Genaro tenía a su lado a Gafe, su gato, que jugaba incansáblemente con su guante de goma que había cogido de la caja de bricolaje, y que hacía crujir las hojas secas con sus saltitos.